El suelo es un recurso natural que necesita de un largo periodo de tiempo para su formación, lo que hace que se le considere como un recurso natural no renovable.
Cuando un suelo alcanza su madurez está en equilibrio con sus factores ambientales y tiende a adquirir, unas condiciones adecuadas para una buena producción biológica. Si este equilibrio se rompe, la evolución natural se modifica y se desarrollan una serie de procesos que tienden a la disminución de la calidad del suelo y por consiguiente, a su degradación.
En el mundo de hoy, una de las principales causas de la degradación del suelo, es debida a actividades de minería, y dentro de ésta hace mucho énfasis la minería ilegal.
La degradación del suelo afecta a extensas áreas del planeta; suelos que actualmente no están degradados se encuentran amenazados de serlo en un futuro cercano.
El fenómeno de la degradación se manifiesta en la pérdida de la cubierta vegetal o en el descenso de la productividad agrícola asociado con cambios importantes en las características físicas, químicas y biológicas del suelo, lo que incrementa su vulnerabilidad ante los agentes erosivos. Dentro de los principales cambios que se producen en los suelos degradados se pueden mencionar los siguientes:
- Pérdida de la estructura del suelo; descenso de la porosidad y del grado de aireación.
- Compactación y encostramiento de la capa superficial del suelo.
- Disminución de la capacidad de retención de agua; se traduce en reducción de la cantidad de agua útil para las plantas.
- Reducción de la velocidad de infiltración de agua lluvia.
- Menor disponibilidad de macro nutrientes (principalmente fósforo y nitrógeno asimilable).
- Descenso de las poblaciones de microorganismos del suelo.
Un suelo con bajo contenido en materia orgánica y con escasa actividad microbiana, determina una baja calidad y fertilidad edáfica, lo que finalmente dificulta la instauración de una cubierta vegetal.
En los suelos degradados, el método más eficaz para lograr su recuperación, previo a la introducción de cualquier especie vegetal, es la mejora de su calidad mediante la incorporación de una enmienda orgánica. El Fluff® es ideal para este menester.
La introducción de un enmendante orgánico en el suelo promueve el desarrollo de reacciones químicas, físico-químicas y procesos micro biológicos. Estas reacciones conducen a modificaciones en las características físicas del suelo, lo que se manifiesta en aumentos de la capacidad de retención de agua, infiltración, porosidad y estabilidad estructural.
Es necesario destacar que las zonas áridas y semi áridas presentan la dificultad añadida de la escasez de recursos hídricos, por lo que cualquier acción tendiente a mejorar la estructura del suelo redundará en una mayor disponibilidad de agua para el desarrollo de los procesos biológicos.
Los residuos sólidos urbanos (RSU) constituyen una importante fuente de materia orgánica, por lo cual, una de las alternativas como producto que se tiene con la tecnología que ofrecemos, es aprovechar esas ventajas: ser un material de bajo costo, fácilmente disponible, su producción es permanente y además, sus efectos positivos en el suelo perduran en el tiempo.