Imagine que no existe el plástico, y que no ha existido nunca. Es verdad que hoy esto suena como el paraíso, pero la realidad es que debemos pensarlo dos veces.

El ritmo de consumo mundial viene en aumento desde hace muchos años, lo que significa generar cada vez más toneladas de residuos sólidos urbanos, cada día, todos los días. Si no existiera el plástico y tuviéramos sólo bolsas de papel, serían millones de bolsas de papel usadas una sola vez.

¿Qué pasaría si todos los envases fueran de vidrio? ¿Se imagina que tan rápido acabaríamos con los minerales? Los titulares de prensa hablarían de la tala inmoderada. De los 5.000 litros de agua que se necesitan para fabricar 500 hojas de papel y de los peligros por la gran extracción de minerales escasos.

Si de repente alguien descubre un material que puede reducir en cinco veces el uso de agua, disminuir el uso de energía no renovable hasta en un 200% y rebajar en tres veces la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), un material maleable y resistente que evitaría que se destruyeran miles de hectáreas de selva y de bosque y a todos los animales que viven en ellas, ¿se imagina las enormes filas de personas preocupadas por el medio ambiente que optarían por este nuevo material?

Piense en que las bolsas de papel y los empaques de cartón estarían mal vistos, pues serían la muerte de nuestros bosques. Abra los ojos, no tiene que imaginar todo esto. Ese material existe y se llama plástico.

La campaña mundial de desplastificación hace que se olviden los incontables beneficios que tiene este material. Es mucho más barato porque se necesitan menos recursos para fabricarlo, sin olvidar que el proceso para reutilizarlo puede ser muy eficiente. Desafortunadamente este ha sido su gran lunar, pues se ha enterrado por muchos años.

Si lo que queremos es salvar al medio ambiente, necesitamos cambiar de enfoque, y pasar de la coerción a la eficiencia en el uso de nuestros recursos. Después de todo, no hay nada mas sostenible que aquello que es eficientemente producido, adecuadamente consumido y efectivamente recuperado, con el correspondiente reingreso a cadenas productivas.